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Bodegón

Bellagamba

Por:

Si bien tiene sucursales, elegimos recomendar el local que está en la Avenida Rivadavia, casi esquina con Rincón. Llueve, truene o haga sol, está abierto y brinda una interesante combinación de estilos.

La primera vez que fui a Bellagamba tenía pocos días de haberme mudado a la ciudad. No conocía a nadie así que me senté sola en una de las mesitas recicladas, que antiguamente eran máquinas de coser. Una vieja foto de Tita Merello me miraba bajo la placa de vidrio de la mesa. Pedí una cerveza y me dejé llevar por la música que alguien ponía en la fonola. Cuando me quise dar cuenta, estaba charlando con un grupo que salía a disfrutar de las primeras horas de la noche. Así, sin transición,  pasé a ser una vecina más de este inmenso barrio porteño.

Bellagamba resume bien este espíritu capitalino. Cientos de almas pasan por sus local en diferentes momentos del día. Al mediodía vienen muchos oficinistas a almorzar una comida sencilla y sustanciosa. Abundan las milanesas a la napolitana, las papas fritas, empanadas enormes de buena masa, risottos, ensaladas completas y pizzas.

Todo es muy rico y parece hecho en casa. Bellagamba tiene la particularidad de ser autoservicio. Los platos ya están servidos y solo se debe elegir uno y calentarlo en los microondas que pueblan la trastienda. Para acompañar hay una variedad interesante de cervezas, vinos y gaseosas de las grandes y de las chicas. A esa hora se puede conversar a un nivel normal, porque nadie usa la fonola. Las mesas se llenan vertiginosamente, auque hay mucha gente que se lleva la comida para disfrutarla en su hogar.

Pero lo realmente bueno se arma a partir de las 16. Se puede tomar un buen café con leche con medialunas, o un café americano con alguna porción de torta borracha. Los personajes más pintorescos se dan cita para merendar: gente con libros bajo el brazo, estudiantes, cálidos borrachines vesperinos. Las paredes tapizadas de fotos viejas, de recortes y de botellas lo convierten en un lugar muy especial, amigable y acogedor.

A la noche Bellagamba explota de gente joven que viene atraída por los precios amables y la música de la fonola. Hay una colección de rock nacional esperando sonar y funciona con monedas. Los habitués cargan la música y se sientan a beber esperando sus temas para cantarlo a los gritos. Es tiempo de divertirse en grupo y de cabecearse por encima de las mesas. Hablar mucho no se puede, pero el lenguaje gestual es muy importante.

Se puede cenar abundantemente con precios muy moderados. Pero los noctámbulos se dedican más a beber y a entablar relaciones.

Recomendamos tomar un par de cervezas Corona y ver para dónde los lleva la noche. Bellagamba cierra muy tarde y a la madrugada se convierte en un sitio muy alegre, un auténtico pub criollo.

Bellagamba

Av. Rivadavia 2183. Tel: 4951-5833. De 12 a 16 y de 20 al cierre.