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Histórico

Los Laureles

Por: Pedro Monti

Atravesar el portal en la esquina de Barracas al sureste es entrar a todos los bares que poblaron el arrabal porteño, es encontrar un templo del tango y una experiencia inolvidable.

Nos convoca recomendar buena gastronomía y aquí la hay. Un cuidado repertorio porteño compone la carta de Los Laureles. Están presentes la parrilla, las pastas caseras, la pesca, las minutas, ensaladas especiales, nuestros típicos postres, una graciosa atención y precios muy recomendables. La cava es variada y nada faltará.

Pero el principal atractivo es el espíritu del lugar que nació en Barracas, en la esquina sureste de Iriarte y Gonçalves Dias. Primero fue pulpería, hasta mediados del siglo XIX, y  tomó su aspecto actual en el año 1893, cuando se transformó en almacén de ramos generales, con despacho de bebidas en sus inicios. Luego fue la época del bar con billares, y a mediados del siglo XX, con la transformación industrial, se consolidó como restaurante, tal como se lo ve hoy.  

Allí se encontraba habitualmente Don Alfredo Palacios, acompañado por Benito Quinquela Martín, que apoyaba al socialista. El lugar vio nacer el tango de la mano de gente como Eduardo Arolas, Agustín Bardi, Angel Villoldo, Alberto Ginastera, Anselmo Areta y Rodolfo Sciamarela. Fue punto de encuentro de poetas como Manolo Postas y Bartolomé Aprile.

Antaño, la zona estaba poblada de reductos similares a Los Laureles que fueron desapareciendo, como casi le pasa a este lugar, de no haber sido por Doris Bennan, quien tomó la responsabilidad de recuperar su estética inicial y conservarlo, luego de hacer un trabajo arqueológico recuperando los elementos originales que le dieron identidad. Hoy es el único que se conserva y representa la historia y la personalidad del barrio viejo, tanto en su faceta estética como en la tarea de brindar la función social que otrora tenía. Allí los viernes se transforman en un lugar de culto: un par de guitarreros acompaña a los tradicionales cantores amateur de la zona y luego los presentes, con golas dotadas, las exhiben frente al micrófono que queda abierto. Siempre hay algún consagrado de visita que corona la noche.

Los viernes son verdaderamente recomendables porque conservan intacta la ceremonia que históricamente dieron artistas consagrados de nuestro máximo género musical. Entrando a la página del lugar, se puede ver la programación diaria, hay milongas guiadas por discos de pasta, lecturas de poetas y mucha actividad arrabalera.

 

 

 

Los laureles. Iriarte 2290. www.barloslaureles.com.ar